viernes, agosto 12, 2005

Una sociedad laica



Una salvajada más en la historia del hombre, habría dicho mi padre respecto del asesinato de un sacerdote en la catedral de Santiago. Las condiciones en que el hecho se produce pone los pelos de punta. Una situación digna de la mejor película de terror, de ésas con el demonio de por medio.
El autor, indudablemente un enajenado. Lo peor, detrás de él, a modo de respaldo, hay otros sujetos. Por que no uno cerca suyo. Leí declaraciones de unos "amiguitos" del victimario, entre ellos una mujer, que le otorgan pleno apoyo y le hallan toda la razón del mundo. Faltó poco para que pidieran canonizarlo.
Lo peor, anuncian que continuarán dando muerte a sacerdotes católicos. En el discurso los acusan de todos los males de la humanidad y acuden a satán como el gran inspirador de tan escasamente comedida actitud. ¡Están enfermos de la cabeza!, habría dicho Ruy, un periodista muy mi amigo, que tomaba siempre prudente distancia de toda posición extrema, de todo dogma, cosa que me pegó a mí, y que le agradeceré siempre.
Todas estas cosas surgen de la intolerancia que hace presa de mucha gente. Preferentemente de quienes portan, a veces sin saberlo, de una enfermedad mental. En suma, no tienen bien puesto el amoblado de la cabeza, como habría apuntado Don Quijote.
Las dificultades mayores surgen cuando la verdad propia, en especial la religiosa, comienza a ser considerada "la única" y, además, apropiada para ser impuesta a todos. Me asusta mucho cuando una religión se autocalificó como la única y verdadera. Para mí todas son respetables absolutamente y cada persona tiene el derecho de adherir a la que le plazca, e incluso está la opción de cambiar de religión sin explicarle nada a nadie. Es uno de los derechos humanos consagrados. Salud por ello. También está la posibilidad de no obedecer a autoridad religiosa alguna y a la vez ser muy religioso, o también no adherir a credo alguno.
A nivel "micro" me preocupan, por ejemplo, las piadosas giras de los Valientes de David a destruir imágenes paganas a La Tirana y Yumbel. También la carta de un cura a un diario protestando porque el pito del tren interrumpìa su misa. A diario se registran pequeñas y grandes dosis de intolerancia, mas de pronto ocurren hechos que corresponden a las ligas mayores de esa misma intolerancia..
En nombre de dios se han justificado y continúan, cometiendose crímenes abominables. Hogaño degollamientos en cámara, bombardeos, etc.
No es mi intención llamar a los lectores a alejarse de dios. Muy por el contrario, mantengan a firme sus creencias pero consideren que es un pecado tratar de imponérselas a nadie, y menos a golpes. Deje que los demás crean lo suyo.
Me agrada de sobremanera, y esto es gusto mío, una sociedad de democrática, pluralista y laica. Esto último significa cero incidencia oficial de ningùn credo religioso. Creo que es la única que puede dar garantías a todos. Un modelo, el francés. Las creencias religiosas manifestadas en el hogar y el respectivo templo.
Se que estamos lejos de eso, tratemos de alcanzarlo serà saludable para el bien común. Lo de las sectas es otro cuento. Creo que muestra actitud natural es hacia lo bueno, lo positivo, lo correcto, el trabajo, el esfuerzo personal y colectivo. Transitar hacia el lado oscuro a propósito es, sin duda, seña de una mala ubicación del amoblado de la cabeza.

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