viernes, agosto 12, 2005

¡Chuchicamata!


He andado como las peras como consecuencia de no haber hecho juicio a todos quienes me recomendaron vacunarme contra la influenza. Es que le tengo un miedo pánico a las agujas de esas tremendas jeringas con que a uno le inoculan los bichos, se supone atontados, que provocan la enfermedad.
Me autodianostiqué faringitis a partir de lo raspada que sentía la garganta y de un gato que por las noches no me dejaba dormir instalado en mis bronquios. Me autoprescribí aspirinas, unas pastillas para chupar con gusto a eucaliptus y un litro diario de agua de flores pectorales. El tratamiento no tuvo nada de exitoso. Iba a partir a la botica a comprar "una tomita" pero como uno no se manda solo tuve que abandonar la peregrina idea. Agaché el moño y partí donde un médico de verdad.
La sala de espera era un océano de toses y carrasperas. Lo primero es lo primero. ¿Cómo cancela?, me interroga una dama vestida de blanco. Es que no vengo a cancelar nada. Me raspa la garganta, tengo más tos que chitas que tengo tos, me duele la cabeza... Tengo una cita con un médico, replico. Si, pero antes usted debe cancelar la consulta... Ahhh...
¿Cómo cancela?, sire. Con un bono de la Gran Vida, replica presta mi tutora...
Prometo, nunca antes había visto uno de tales documentos. ¿Cuánto te costó?, consulté inquieto. Mil 650 pesos. No digáis, ¿cómo tan barato?...Es que tú, como eres un volado, no sabes que mensualmente te descuentan un ojo de la cara del sueldo... y que el plan te lo cambian de acuerdo a la pinta de ellos...
Cuento breve. El médico. Desnúdese de la cintura para arriba. Abra la boca, diga ahhh, ¿y para qué? ....No me discuta, diga ahhh... ahora diga 33, toc toc. Vístase. Tiene la faringe a la miseria y una bronquitis aguda. Luego escribió la receta, de yapa me donó una docena de comprimidos blancos ¿Y qué hago con el gato?, doctor. Con esta tortilla de antibióticos se mandará a cambiar más que ligero....hasta el año que viene...
Ya en la botica. Son 30 mil pesos, madame. Repítaselo al enfermo, señorita, es la instrucción de mi tutora. Reflexiono en voz alta, sale más a cuenta pagar una receta que morirse. ¿Cómo, te volviste loco?. No, tira línea como decía Alfredo Kurt, la receta cuesta 30 mil, compárala con el valor de un funeral y más encima en un cementerio privado...aparte de eso aquí en esta botica nos descuentan 450 pesos
El caballero tiene razón apunta un cliente que no tose, bufa como locomotora a vapor. Una locomotora con bronquitis aguda...
Aquí estamos un poquito mejor. En todo caso no acerque mucho el diario que lo puedo resfriar a usted también...
Resfriado y todo soporté por razones profesionales el último Vértigo. La ordinaria risita de Salas, las vulgaridades de la meteorizada Renata Bravo, la inmadurez de Pinilla y las revelaciones íntimas, a título gratuito, de Viviana Nunes me parecieron un todo muy católico y muy universitario...¡qué ordinario que está también el 13!...
Con medicamentos y todo, incluido un inhalador, se me ocurrió que también podría ayudar a curarme de mi dolor de garganta el hacer gárgaras con la palabra Tinguiririca, como recomendaba Vicente Huidobro, según relato de Miguel Serrano. Este, a su vez, recetaba a un enfermo de la próstata hacer gárgaras con la palabra ¡Chuchicamata!... ¿Está seguro, no será Chuquicamata?. No, ¡Chuchicamata!...insistía

1 comentario:

Hugo Olea Morales dijo...

yo no estoy loca