En las dos ocasiones anteriores en que debí hacer uso de la palabra en una ceremonia como ésta, recurrí en la primera a leer un discurso clásico. Con la típica estructura de la introducción, desarrollo y conclusiones. Probablemente dije algunas cosas que voy a repetir hoy.
En la segunda oportunidad innové y transformé el discurso en una columna que muy originalmente titulé “Columna del Director”. Probablemente dije algunas cosas que también voy a repetir hoy. Por fortuna la mayoría de ustedes no estuvo presente ninguna vez. Ahora, si estuvieron hagan como que esas cosas que voy a repetir, las escuchan hoy por primera vez.
Mi problema para hoy era qué estructura darle a mi intervención de esta mañana. Después de cavilar mucho me decidí, y para estar a la altura de los tiempos, y presentarme pleno de modernidad, decidí dar a mis palabras la estructura de un blog. En español una bitácora que se ubica en Internet, y de las que hay millones en la red, entre ellas una mía que se titula Olea Online.
¿Por qué un blog se preguntarán ustedes?. Muy simple. Allí uno escribe lo que siente, lo que le viene en gana, en el instante en que sus ángeles, también sus demonios, lo impulsan a escribir. En un blog no hay necesidad de un orden, uno allí puede ser caótico, transitar de un asunto a otro, del amor al odio, por ejemplo. Resulta súper entretenido y basta postear una entrada tras otra saltando de tema en tema sin otra trancisión que ponerle un título a cada entrada. Eso es lo que haré. Me excusarán que no suba imágenes porque casi todas las que tendría que subir al blog, están aquí en este Auditorio Universidad de Concepción, que tanta identidad nos da y que en esta hora llama a la solemnidad.
Todo blog que se respete tiene lo que se llama un perfil del autor. El mío es muy breve. Hugo Olea, sexo masculino, signo acuario, año zodiacal Oveja.
Periodista Veterano. Cultivo un bajo perfil.
Intereses muchos, no clasificados.
Libros favoritos: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, de don Miguel de Cervantes y Saavedra y Huckleberry Finn, de Mark Twain.
Personajes a quienes admira: Giordano Bruno y Mohandas Gandhi.
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