lunes, noviembre 14, 2005
Un pecado mortal...
Poetas sobre la tierra reconozco a dos, Pablo Neruda, chileno, y al cubano Nicolás Guillén... y no hay más. Tal afirmación provocaba accesos de ira a Juan Carlos Mestre, un poeta español –jovencísimo en ese tiempo- con el cual compartimos tareas comunes. Se lo decía medio en serio medio en broma. Terminaba calificándome de gilipollas y amenazándome con darme un ostiazo...
Lo que pasa es que conocí a ambos vates, también a otros.
En la década del 60 vino Neruda a recibir el Premio Atenea y aprovechó para presentar en sociedad “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta”. Fue en el ese entonces auditorio de Educación, hoy Universidad, repleto de público. Afuera una delegación del Mir protestaba, a grito pelado, porque Pablo nuestro había tomado el té, unas semanas antes, con la primera dama de los Estados Unidos en la misma Casa Blanca. Una guardia de corps de jóvenes comunistas alejó a los protestantes. Por esos días estuve frente a él durante una entrevista de prensa, exclusiva para la Radio Universidad, en el departamento de otro poeta, Gonzalo Rojas, en la calle Ongolmo. Tomaba notas con su lapicera cargada de tinta verde. La grabación desapareció cuando el archivo de voces de la radio fue borrado por orden de un sujeto. de cuyo nombre no quiero acordarme. Un civil al que luego del golpe se puso uniforme. Eran, en general, casi peores.
A Nicolás Guillén , cuando no, también lo trajo la Universidad, la mayor de la vecindad. Asistí a su único recital en el Teatro Concepción un domingo por la mañana. Era todavía estudiante y con Eduardo “Marras” Molina, amigo muy querido, salimos del teatro a buscar papel y lápiz para escribir versos parecidos a Songoro Cosongo, La Balada de los dos Abuelos y “No sé por que piensas tú/ soldado que te odio yo/ cuando somos la misma cosa/ tú, yo”...
En otra ocasión fue bacán (...) que nuestro Gonzalo Rojas nos invitara a una entrevista exclusiva con el cura y poeta nicaraguense Ernesto Cardenal. Recién había publicado su poema sobre Marilyn Monroe, pero ya le había hecho la cruz a Somoza al que años después derribaría la marea sandinista a la cual Cardenal adhería.
Otro poeta mayor con el que estuve fue Hernán Díaz Loyola. Llegaba cada año a mi pueblo, Molina, cargado de maletas para vender puerta a puerta sus libros. Una tarde en la sala del comedor de mi vieja casa, contó que había intentado incorporar como cliente a la Municipalidad , mas la secretaria no le había franqueado el paso para ingresar al despacho del alcalde. “Esa mujer es una acémila”, tronó. No pasaron dos minutos, salí a la carrera en busca de un diccionario. Siempre que me topé en las pocas calles de mi pueblo con la señora Eugenia, para mis adentros solía exclamar “¡que buenas piernas tiene la acémila!”. Ingresaba a la adolescencia.
Olvidaba decirles que a quien había tenido al frente era Pablo de Rokha, un macho anciano nacido poeta en Licantén, en las orillas del Mataquito. Guardo los libros que mi padre le compró . Tapas obscuras, papel grueso, recia tipografía, henchidos de versos tremendistas. Eran su vivo retrato...
Créditos locales en materia poética conozco pocos.Tulio Mendoza es uno. No puedo recitar nada suyo de memoria. Lo leo. De Abraham Villaseñor recuerdo un verso “te presentí en el huerto”...Muchas veces me remitió sus poemas editados artesanalmente, un valor agregado. Conservo un librito que tituló “Equipajes”. Admiré también los versos de Jorge Salgado, que me dicen reside en el norte.
Mi mayor pecado, nunca escribí un verso...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Profe, dígame ¿por qué si escribe como lo hace es tan pesado con nosotras, ah?
yo conozco a dos poeta grandiosos, al que con cariño llamaban tio Silvio en mi colegio y a Juaki, el mejor amigo de mi hermano y ahijado de madre... ambos estan en el parque del recuerdo. Juanki publicó solo un libro, lamentablemente es un libro postume.
le hare llegar algunos escritos de ellos.
¡ah!... no trate tan mal a sus alumnos... aunque usted me entretiene mucho.
No concuerdo para nada con usted.
Encuentro que a Pablo Neruda se le celebraba todo, incluso lo malo.
Fue endiosado y la verdad es que me carga su poesía.
Lejos el mejor poeta chileno ha sido Pablo De Rokha, pero a el no lo avalaba el en ese entonces famoso partido comunista, tampoco se juntaba con el jet set de la época, era simplemente un poeta y creo que el mejor
Uf, no me gustaría quedarme sólo con dos poetas. Ahora, si no tuviera más remedio, Vallejo y Cernuda estarían mucho antes que Neruda y Guillén. ¡Qué suerte la suya haber coincidido con esos grandes de la poesía hispanoamericana! Yo al único de ellos que he conocido es a Ernesto Cardenal. Me firmó mi ejemplar de Salmos.
Saludos desde Huelva.
Publicar un comentario